Las condiciones del medio ambiente repercuten en la piel. Factores como la contaminación, el sol y el polvo son enemigos directos de ella. Algunas rutinas de limpieza facial e hidratación cutánea pueden ayudar a compensar las carencias y reponer los nutrientes necesarios.
Los agentes contaminantes suspendidos en el aire que entran en contacto con la piel pueden alterar su capacidad reguladora de hidratación y producir sequedad u obstrucción de los poros de la epidermis. Éste puede ser el origen de la aparición de granitos o pequeñas lesiones, por lo cual es esencial limpiar bien la piel para eliminar toda sustancia tóxica acumulada durante el día. Lo importante es la frecuencia del tratamiento y no su intensidad.
«Después de un día de trabajo es esencial llegar a la casa y realizar una limpieza facial, pues el smog obstruye los poros y puede desencadenar grandes puntos negros o una piel acartonada. Como paso inicial que debe realizar toda mujer, hay que desmaquillarse con un buen jabón, tanto los ojos como la cara.
Seguidamente, se debe usar un tónico facial, para luego aplicar una crema hidratante. Para terminar, es fundamental utilizar un contorno de ojos para evitar bolsas u otras afecciones», asegura Marisol Carvalho, dermatóloga del Centro Gaetano Di Bianco en Las Mercedes.
La contaminación ambiental y las variaciones de temperatura
La piel actúa como barrera de defensa contra la contaminación y los gérmenes patógenos -como las alergias y las infecciones- su sistema de defensa es enviar células reparadoras. Si la exposición a estos agentes es frecuente, el soporte cutáneo se degrada y las fibras de colágeno y de elastina se rompen, esto a su vez se ve con más frecuencia en zonas con clima irregular. Por todo esto la piel puede envejecer prematuramente así que es indispensable restaurar esta película protectora para ayudar a la piel a recuperar su salud y luminosidad.
«Una manera de conseguir una piel lozana y sin manchas es aplicar tratamientos en casa, con cremas que contengan bajas dosis de ácido retinóico y glicólico. Estas sustancias aceleran la descamación de la piel, al mismo tiempo que la renuevan. Su aplicación ayuda a contrarrestar los efectos de la contaminación y debe realizarse dos veces al año», señala Carvalho.
Oxígeno y radicales libres
La oxigenación de la piel cumple un papel fundamental dentro de los cuidados, sobre todo de las personas que viven en las grandes ciudades, pues los contaminantes atmosféricos como el gas y el monóxido de carbono se fijan en la piel y se mezclan con la suciedad natural: el sebo, los residuos de maquillaje y el efecto de los rayos UV. Todo esto genera toxinas y radicales libres, factores altamente nocivos para la epidermis. Estas toxinas penetran y se propagan en la epidermis, y saturan los sistemas naturales de defensa y de desintoxicación de la piel. Asimismo, las toxinas se acumulan y las células de la piel se asfixian. La piel oxidada aparece apagada, sin brillo y rugosa; por ello es necesario restaurar su respiración celular.
Mantén limpio tu cutis
Por su parte, Carvalho recomienda la limpieza de cutis como una forma de brindarle oxígeno a esa piel opacada por los agentes externos. «Para que no sean evidentes las señales de una piel sin brillo, los institutos de estética y belleza tienen como principal opción la limpieza de cutis. La frecuencia del método depende del tipo de piel.
Las pieles grasosas y que tienden a producir comedones deben hacer uso de la limpieza una vez al mes. Las mujeres con piel sensible, cada dos o tres meses; las que sufren de resequedad deben aplicarla cada dos meses, acompañada de una hidratación».
Si las condiciones de la piel no mejoran con los tratamientos hechos en casa y la limpieza de cutis, es recomendable realizar procesos médicos como el peeling y la micro dermoabrasión. Ambos procedimientos ayudan a eliminar esa piel muerta y a darle una mejor apariencia al rostro. «El peeling es una simple descamación de la piel que induce a renovar la epidermis y cambia su textura y color. Y la micro dermo-abrasión es un proceso que se realiza mediante cristales de aluminio que eliminan de forma acelerada las células muertas», aclara Carvalho.
Crisis metropolitana de tu piel
Bien es sabido que la piel refleja el estado de salud y el ritmo de vida. Existen dos tipos de agresiones por la vida urbana: las exteriores y el estrés endógeno. Las primeras son provocadas por las radiaciones de los rayos UV, los contaminantes atmosféricos y el humo.
Estas radiaciones producen los radicales libres, que originan la disfunción celular y que pueden desencadenar la pérdida de función de una célula, e incluso su muerte. Por otro lado, el estrés endógeno es producido por una mala higiene alimenticia, el cansancio, las agresiones sonoras y la lluvia. Por eso, es posible que aparezcan estigmas que reflejen el estado de la persona, como el herpes, las irritaciones cutáneas, los enrojecimientos y caspa en el cuero cabelludo. La piel y el cuerpo necesitan reposo y tranquilidad.